jueves, 19 de junio de 2008

Eramos tan progres…

ARGENPRESS-Opinión-Argentina

Eramos tan progres…

Por: Ricardo Monje (TMO)
Fecha publicación: 01/04/2008

Adivina, adivinador ¿Quién decía esto en su plataforma en 2003 para la elección? 'Necesitamos un sistema de cambios de flotación con intervención del Banco Central y sobre todo con acciones con otras políticas del tipo de retenciones móviles, incluso en algunos casos subsidios móviles que esté adecuando el tipo de cambio a los vaivenes de los precios internacionales y la situación económica internacional'. No se ponga a pensar porque no le va a pegar… ¡Elisa Carrió! Lo decía cuando era gorda, 'populista' y andaba con un crucifijo del tamaño de su coherencia. Hablaba con el mismo convencimiento que lo hace ahora y desde el altar de la pureza moral desde donde hoy continúa mirando a los malos de la política'Hay que tener políticas que establezcan un cambio de referencia, que sea revisado periódicamente, y usar mecanismos como las retenciones, un poder regulador y fiscal grueso sobre los exportadores y, hasta en algunos casos, cierto control de cambio en las operaciones.' Decía Carrió cuando su asesor económico y Ministro de Economía proyectado era Rubén Lo Vuolo.En aquel momento, 2003, cuando el país estaba en llamas, la dirigente, que dijo y se desdijo cientos de veces con impunidad intelectual propia de quien sirve a la polémica mediática, planteaba el 'Contrato Moral'. Una figura inmoral de marketing apoyada en la ignorancia generalizada, ante lo que en verdad la ponía, programáticamente, de cara a las elecciones y en la misma vereda político – ideológica, que Kirchner. Esto se podría emparentar con lo que dijo Cristina, 'cuando las vacas están flacas las penitas son de todos, y cuando están gordas no las comparto'Carrió propugnaba una política coincidente con lo hecho, en la realidad, por el gobierno de Kirchner. Con diferencias estéticas planteadas durante cuatro años, pegando en De Vido, en Fernández, etc., pero jamás diciendo nada del camino estratégico planteado. Cinco años de crecimiento continuado ¿Quién podría cuestionar lo sustancial de esa política?Pero no se puede dudar el papel de Carrió en la política nacional. Jamás cargó la verdadera cruz de una gestión, a pesar de protagonizar 'excelentes' elecciones.Carrió perdió para hacer ganar y en esa interpretación de la ingeniería electoral, de quien pierde en 2 elecciones presidenciales y en 3 elecciones en Capital Federal, está la génesis de la funcionalidad de una construcción unipersonal que la chaqueña eligió. Se autoexilió en Buenos Aires, por más que su origen haya sido como diputada chaqueña ingresada a la política por la puerta de la Alianza delaruista.Fue funcional a Menem 2003, dividiendo el voto antimenem a Kirchner. Funcional a Macri en las elecciones porteñas legislativas, dividiendo el voto progresista a Bielsa. Funcional a Macri, nuevamente, dándole cobijo y un candidato a Vice Jefe de Gobierno (Olivera), a Telerman, dividiendo el voto progresista a Filmus. En nuestra provincia dio aire a la continuidad justicialista cuando dijo 'no me molestaría que gane Obeid' y rompió el Frente con Binner. Cuatro años después cambió de opinión y apoyó al actual gobernador, poniendo al Socialismo como segunda fuerza en la Coalición en el nombre de Giustiniani.Carrió, aquella diputada del interior que salió a la luz gracias a la ayuda de un Senado de los Estados Unidos, que la eligió como vocero de información secreta acerca del lavado de dinero en la Argentina, hoy se erige como una referente ya no de la oposición a una política sino como un caudillo de la ruptura. Influye en el rumbo de la política pero no toma riesgos de conducción. Algunos pensarán que es un contrapeso necesario, otros diremos que la postura pseudomoralista, que nunca toma partido, es un peligroso ejercicio del 'no sé pero me opongo' que eclipsa la capacidad transformadora del pensamiento crítico y lo deja en un lugar dogmático cargado de apariencias y poses mientras la realidad, y la vida, pasan por otro lado.Carrió es paradigmática en cuanto al discurso hipócrita de una clase media, muy solidario y patriota cuando le tocan el bolsillo o le ofrecen posicionamiento social, y tan frío y egocéntrico como para tratar de 'negro de mierda' a un albañil que le hizo el reboque fino a desgano.Clase media que caretéa coleccionando tarjetas de crédito aunque esas mismas entidades financieras les robaron sus ahorros en 2001. Carrió es referente de ese vicio de clase pero, a la vez, reproduce, opera y alimenta la frivolidad en su máxima expresión cotidiana.La chaqueña es su propia empresa, y su cuerpo es la imagen de su posición. Un día apareció bronceada, revoleó el crucifijo, se sometió a una dieta violenta, dejó de fumar en público y ya no citó 'la voluntad' de Dios cada cinco palabras. Mañana puede volver a la obesidad, la piel trigueña y a comer hostias compulsivamente, pero lo que no va a hacer, porque no es su rol, es exponerse a los avatares de la realidad que lo descoloca a uno frente al espejo.No es intención de quien suscribe, hacer un juicio de valor sobre Carrió pero sirve, como elemento de análisis social. La fundadora del ARI, es una caricatura útil para entender la composición social de la crítica política que hoy 'apoya al campo' pero 'no se banca las hormigas'.No es cierto que las cacerolas las golpean sólo las señoras de Recoleta y Barrio Norte. La simpatía con los piquetes rurales, es enorme y mucho tiene que ver con que Cristina ignora que la lucha de clases si existe, aunque no es por una lectura marxista de la realidad. En los 90 el liberalismo ganó la batalla cultural y fundó la virtual 'clase política'. Esa 'generación X' que nació del 'y nada…', hoy bordea los 40 e inicia los 30 y se levanta en cacerolas contra 'los políticos choros'. Ese levantamiento tiene una duración tan fugaz como el tiempo que tarda un televidente en hacer zapping ante la falta de interés en algo cierto.Carrió representa eso, una posición zapping de la política. Hoy digo 'nunca más me presento a cargo alguno' y mañana propongo una 'fórmula presidencial con Binner para 2011'. Ayer exigí al gobierno aplicar las retenciones móviles y hoy me opongo a eso mismo porque es 'populista'. Ayer Binner no era una opción al PJ, hoy Binner es 'la nueva política'. Total, la base cultural sobre la que se muestra Carrió, hace zapping y adhiere a un cambio virtual de opciones que, en realidad, son la expresión diferenciada de una situación que se mantiene y reproduce para que nada cambie en verdad.

Ricardo Monje


ARGENPRESS

Jueves 19 de junio de 2008
Edición Nº 2095
Buenos Aires, República Argentina
Jueves 19 de junio de 2008
Edición Nº 2095

http://www.argenpress.info/nota.asp?num=053669&Source=RSS

lunes, 16 de junio de 2008

16 de Junio

A lo largo y ancho de todo el país, con cacerolas y banderas argentinas una multitud salió a protestar en defensa de la democracia, recordando el brutal bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, cuando sectores golpistas arrojaron 9500 kg. de bombas sobre la ciudadanía indefensa, terminando con la vida de 364 personas, e hiriendo a más de 800. Recordando esos trágicos hechos, miles de argentinos se autoconvocaron en defensa de la Constitución Nacional y de las legítimas autoridades nacionales, en una clara protesta contra los golpes de estado y los “planteos” antidemocráticos que enlutaron la vida de la Patria.

Ironías aparte, parecería que los argentinos somos muy cortos de memoria, y los sectores opositores (y antidemocráticos) reemplazan las bombas y la metralla -y la fuerza de las bayonetas-, por bombardeos mediáticos, cortes de rutas y amenazas de desabastecimiento y de paralización de toda la actividad económica del país.

Rehenes de los dueños de la tierra, la mayoría de los argentinos padecemos, con angustia y desaliento, la violencia de un sector minoritario de la sociedad que se atribuye el derecho de paralizar el País en defensa de la renta sojera.

Buscando los muertos que tumben a un gobierno legítimo, se organizan protestas y movilizaciones, donde las minorías derrotadas en las urnas buscan su revancha con el apoyo inocultable de algunos “generales” mediáticos. Pretendiendo reemplazar los resultados de las últimas elecciones (y los procedimientos constitucionales), con una “democracia cacerolera” que marque la agenda del gobierno, y limite su poder de transformar la realidad, instalan un mecanismo perverso, que terminará con toda posibilidad de construir un sistema político maduro, y que nos conduce a una inestabilidad política de consecuencias imprevisibles y dañinas para la unidad nacional y el futuro de todos los argentinos.

¿Alguien piensa que podrá gobernar este País si un gobierno con casi el 46% de los votos no puede hacerlo a sólo seis meses de haber sido electo? Yo creo que no. Si los derrotados en una elección se convierten en opositores sistémicos, que echan nafta sobre cada conflicto y sobre cada error del gobierno, nadie podrá gobernar la Argentina. Entraremos en una espiral de golpes civiles (y mediáticos), donde toda elección será cuestionada a los pocos meses. La oposición se convertirá en conspiradora permanente y nadie podrá gobernar bajo la amenaza de las cacerolas y los cortes de rutas.

Cortar las rutas es un delito y punto. Nadie tiene el derecho de cortar las rutas nacionales. Y cuando el corte lo hace un sector empresario, por más simpatías que pueda despertar en algún sector de la población, la gravedad de esa acción amerita una rápida y contundente respuesta del Estado. Si queremos vivir sin ley, no nos quejemos luego de las consecuencias de nuestra inmadurez ciudadana. Protestar es legítimo, es un derecho constitucional. Transitar libremente por las rutas también lo es. Terminemos con los cortes de ruta y protestemos respetando el derecho de todos a vivir en paz.

Desabastecer es una agresión contra todo el pueblo argentino. No existe excusa, ni argumento, que valide semejante violencia contra la población. Y no nos olvidemos que lo que hoy beneficia a un sector que protesta (por el impacto mediático y por la fuerza de su amenaza desabastecedora), en pocos años, o en meses, puede volverse en su contra, como un boomerang maléfico y destructivo.

El gobierno podría estar equivocado, pero no me cabe la más mínima duda, los sectores que apoyan el lockout patronal, sólo defienden sus intereses de sector y no les importa que el país se incendie si logran sus objetivos. Podrán disfrazar sus intenciones, camuflar camaleónicamente sus bolsillos y guardar en silos la soja de la discordia, pero cuando se trata de plata (de mayor o menor ganancia), no hay Virgen de Luján, ni bandera argentina, que oculte su egoísmo de clase. Es un problema de plata. De plata y de ambiciones y oportunismos políticos.

Sin desabastecimiento, sin cortes de rutas, protesten todo lo que quieran. Y si este gobierno se mantiene en sus trece, en las próximas elecciones voten por otros políticos, y el 2011, por otro Presidente. Esas son las reglas del juego democrático, salvo, claro, que reemplacemos ocho millones de votos por unos cuantos cientos de miles de cacerolas, que serán muchas, y harán mucho ruido, pero jamás servirán para construir un país en serio.

Y que nadie de equivoque. Estamos en un grave riesgo. Cristina, la Presidenta de los argentinos, no renunciará. No escapará como De la Rúa en un helicóptero. Tampoco es débil (ni una improvisada), como Isabel Perón. Los que no la votaron (o no están de acuerdo con alguna de sus decisiones), tendrán en las urnas su posibilidad de manifestar su descontento. Mientras tanto, “ajo y agua” (a joderse y aguantarse). Este gobierno llegó para quedarse, y le quedan cuatro años más. Ni uno más, ni uno menos.

Ningún gobierno puede plebiscitar cada una de sus decisiones. No existen las democracias plebiscitarias (y mucho menos, las “caceroleras”). Protestar es legítimo y es un derecho; transitar por las rutas nacionales, en paz y sin cortes, también lo es. La Presidenta fue electa para gobernar. La inconstitucionalidad de alguna medida del gobierno la determina la justicia, no los opositores políticos, ni los empresarios sojeros de Gualeguaychú.

Si la vara de la rentabilidad sojera va a ser la medida de toda ganancia empresaria, estamos perdidos. No se trata de dignidad, se trata de plata. Cuanto más suba el precio de la soja (y su rentabilidad) más caro saldrán los productos con los que nos alimentamos la mayoría de los argentinos. Dos más dos, son cuatro. Si la rentabilidad de una hectárea debe ser (para toda producción agraria) igual a la de la soja, ¿a cuánto pagaremos la carne, el pan, los productos hortícolas?... ¿Por que dedicarse a otro cultivo si es menos rentable que la soja?... Esa es otra de las funciones de las retenciones móviles, desacoplar los precios del mercado interno, garantizar precios accesibles para todos. Defender al empresariado rural en esta puja es defender el incremento generalizado de precios de los productos de la mesa de todos los argentinos. De eso se trata. De rentabilidad empresaria, de aumento de precios.

Estamos sentados sobre un polvorín. Si alguien cree que estará a salvo del incendio porque ahorra en bolsas de soja mientras el país arde con las rutas bloqueadas, sin combustibles, alimentos, ni materiales para la industria, se equivoca. Y se equivoca mucho. Ya han ardido algunos campos y algunos silos. Paremos la mano antes de que ardan millones de hectáreas bajo la furia vengativa de quienes defienden un proyecto de país y un gobierno legítimo, jaqueado por una oposición negligente y rencorosa, y por las ambiciones desmedidas del sector que más ha ganado en los últimos tiempos. No dejemos que la violencia nos gane. No repitamos los errores del pasado. No provoquemos a los demonios de la discordia, ni a los oportunistas de siempre. No perdamos esta oportunidad que nos da la historia.


Melisa

Buenos Aires, 16 de junio de 2008.-